Hoy vamos a hablar de uno de los elementos más importantes del diseño gráfico: las tarjetas de visita. Y digo importante porque es uno de los recursos más demandados por los clientes, y además, en muchas ocasiones, supone la única carta de presentación de cara a terceros, por lo que hay que hacerlo bien.
Supongo que no necesitan presentación, pero por si acaso: las tarjetas de visita son un documento de reducido tamaño que recogen los datos principales de esa persona o empresa. Sirven para darnos a conocer, dar nuestros datos de contacto, o para difundir nuestra marca.
Como he dicho, en muchas ocasiones la tarjeta de visita supone nuestra forma de presentarnos a un posible cliente, contacto o cualquier otra relación laboral. Es por ello que es importante cuidar los detalles, el diseño y el contenido, para que las tarjetas sean memorables, atractivas, y sobre todo útiles. Imagina una persona que acude a un congreso o a una feria para buscar un proveedor concreto. Al final del día, en su casa, revisa todas las tarjetas de visita que le han dado. ¿Con cuál se quedará, con la de la marca cuidada y bonita, o la del que las diseñó en Word para salir del paso?
Hoy en día, además, es muy fácil conseguir tarjetas de visita con acabados atractivos, que hacen que el diseño vaya un paso más allá. Con barniz selectivo, con oro, con relieves o gofrados, más gruesas de lo habitual… Además se pueden encargar cómodamente a alguna imprenta online como Marcaprint y recibirlas en casa.
Para dar en el clavo, allá vamos con algunos consejos útiles:
El tamaño
Sea cual sea el estilo que vayas a llevar a cabo, y hasta dónde vas a querer llevar la creatividad, hay un punto clave en las tarjetas de visita: su tamaño. El habitual es el de tarjeta de crédito o el DNI (8,5 x 5,5 cm), pero es cierto que, por debajo de eso, también tienes otras opciones. Lo importante siempre es que quepa en un monedero o tarjeta y se pueda guardar cómodamente.
La forma
Aunque seguro que más de una vez has visto por Internet algún artículo de “tarjetas de visita originales”, con formas complicadas y sorprendentes, lo cierto es que en muchos casos lo clásico es lo seguro. Sí, hay tarjetas por Internet muy divertidas con formas y troquelados imposibles. Pero conseguir ese resultado es caro y, al final, en muchas ocasiones incómodo para guardarlas en un monedero o cartera. Por ejemplo, el otro día unas tarjetas de un barbero con forma de tijeras. Muy graciosas pero, ¿cuánto tardarán en doblarse? Por supuesto, no digo que siempre deban ser clásicas, hay diseños originales y diferentes totalmente efectivos, pero debe ejecutarlo un profesional para que no quede cutre.
Además, cuando digo “clásico”, hay muchas opciones. Tenemos la clásica tamaño tarjeta (como acabamos de mencionar), pero también podemos hacerla cuadrada, más pequeña, con los cantos redondeados, aplicando algún troquel en los bordes…
Los datos
Otro aspecto a tener en cuenta es qué información queremos incluir en la tarjeta. Parece una tontería, pero en un espacio reducido hay que priorizar y economizar, añadiendo solo lo realmente importante según cada caso. Por ejemplo, en mi caso, que trabajo desde casa, no tengo oficina y no suelo tener un trabajo de cara al público, no tendría sentido que en mis tarjetas incluyese mi dirección. Sí es imprescindible mi web y mi mail. Si no quieres que de repente tus clientes te atosiguen por Whatsapp, no añadas tu teléfono personal. O si tienes una tienda, no olvides los iconos de redes sociales o tu nombre en ellas.
Los datos, además, deben tener cierta jerarquía. ¿Es una tarjeta personal (nominativa) o general de la marca? En el primer caso, primará el nombre y el cargo, y generalmente van en un tamaño mayor que el resto de datos de contacto). Si es una tienda física, a lo mejor quiere darle más importancia a la dirección. Jugar con la jerarquía y el tamaño y estilo de la letra hará que ciertos datos sean más importantes que otros.
El diseño
Todo lo anterior se refleja en un punto final y más importante: el diseño. Si tienes una marca, lo más normal es que ya cuentes con un Manual de Imagen Corporativa con indicaciones y los elementos necesarios para diseñarla (si es que no te la han diseñado ya). En el caso de que no tengas una imagen definida, y simplemente seas una profesional freelance que necesita unas tarjetas para salir del paso, recuerda siempre que menos es más y que el diseño sencillo y limpio siempre es más efectivo que uno abigarrado en el que no sabemos dónde mirar.
A la hora de diseñar, cada ejemplo es un mundo, pero sí hay algunos consejos que podemos tener en cuenta:
- Juega con ambas caras: Una tarjeta con una sola cara y muchísimos datos juntos da sensación de poca profesionalidad. Usar ambos lados te dará más juego y te permitirá crear un diseño más limpio. Una estructura que funciona muy bien es el logo por un lado y los datos por el otro.
- Pocas tipografías: Teniendo en cuenta que es un espacio pequeño, es mejor limitar el uso de tipografías, dejándolo en, como máximo, dos. Además, deberán ser las corporativas de tu marca.
- Tamaño adecuado: No podemos poner una tipografía demasiado pequeña, pero tampoco tenemos que pecar de hacerla demasiado grande. Hay que aprovechar el espacio, usando una tipografía recogida pero legible. En este caso, muchas veces es importante hacer pruebas de impresión antes.
- Sácale partido a tu imagen: Aplica tu imagen corporativa, ¡que para eso la tienes! Estampados, gráficos, tipografías, recursos… No es cuestión de plantar un logo y ya, es aprovechar tu marca con estilo y eficacia.
- Búscales utilidad: en muchas ocasiones, la tarjeta no es solo una carta de presentación, puede cumplir un papel: apuntar una cita, una pequeña nota, una dirección concreta…
- Ten alternativas: Si tienes diferentes objetivos y crees que una sola tarjeta con cumplirá con todos, puedes tener diferentes diseños y opciones y utilizarlos según la necesidad.
El acabado
Como punto final, llega el acabado y los materiales que vamos a utilizar. No es lo mismo una tarjeta de papel fino y plastificada que una con papel grueso y rugoso. También puedes jugar con diferentes tintas, oro, rugosidades, relieves, golpes en seco… Al final, todo vale para crear una tarjeta memorable y que dé ganas de conservarla. Eso sí, no te vuelvas loc@ en la imprenta aplicando todos los efectos. Deben de ser coherentes a tu marca y tener un sentido.
Créditos fotos: 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9, 10.
Hacer una tarjeta de visita perfecta es más difícil de lo que parece, pero con estos consejos conseguirás que, al menos, sea memorable, y esa persona a la que se la diste hace unos meses la recordará cuando necesite un profesional como tú 🙂 ¡Y ese es el objetivo final!